Las primas rápidas de la bicicleta de
carretera son un invento muy reciente. Hasta los años noventa este
tipo de bici no se generalizó entre los ciclistas profesionales, que
afrontaban las etapas contra el crono de las grandes vueltas con
máquinas convencionales. Un americano, Greg LeMond, contribuyó a
popularizarlas tras ganar el Tour de Francia de 1989 por sólo 8 segundos gracias a una bici como
éstas. Cuentan con un ligerísimo cuadro que ofrece la mínima
resistencia al aire, ruedas finas habitualmente montadas sobre
llantas con radios de carbono y un manillar característico en forma
de cuernos, con el remate hacia arriba, que se complementa con otras
dos manetas en el centro para mejorar la posición.
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